Sangre, sudor y lágrimas


Sangre, sudor y lágrimas. Estas han sido las palabras que me han venido a la mente tras ver como el sueño de Alberto Contador y de forma más indirecta y egoísta, de muchos españoles y aficionados al ciclismo, se desvanecía al verle abandonar el Tour de Francia 2014. Ha sido una curva, como otra cualquiera, en el final del descenso del Col du Platzerwasel. Estaba mojado por la lluvia que estaba cayendo sobre los ciclistas y una irregularidad del asfalto ha hecho que Alberto Contador se cayese con la mala suerte que se ha hecho un corte bastante profundo en su rodilla derecha. Las cámaras han llegado rápidamente en este punto y todo el mundo se ha quedado mudo, en silencio. Cuando un ciclista se cae, rápidamente se levanta y se sube de nuevo a la bicicleta. Es algo instintivo, perder unos pocos segundos puede ser crucial para su carrera. Por eso cuando le hemos visto tomárselo con tanta calma hemos pensado que algo iba mal. Contador lo sabía y su cara le delataba. Sabía que tenía un fuerte golpe, sobre todo en la rodilla con un feo corte.

Posteriormente se ha confirmado que tiene fractura en la meseta tibial de su pierna derecha. Ha intentado volver a carrera ayudado por sus compañeros de equipo tirando de casta, coraje y esas cosas que solo tienen los ciclistas campeones pero no ha podido ser. La sangre caía por su pierna y con ella se marchitaba el sueño de volver a ganar un Tour de Francia, al que venía como gran candidato.

Antes de la sangre venía el sudor, ese sudor de tantas y tantas horas encima de la bicicleta con el objetivo de preparar el Tour de Francia, su gran cita del año. Este año estaba mejor de forma por lo visto en Dauphine y en las primeras etapas de este Tour. Con el abandono de Chris Froome veía como su principal rival se tenía que marchar a casa prematuramente y sus opciones de ganar el Tour aumentaban. Tantas ilusiones, tantos días de frío, lluvia y esfuerzos para hacerlo lo mejor posible en esta carrera se han ido en tan solo un segundo, en tan solo una curva.

El final de todo esto son las lágrimas, las malditas lágrimas que derrama un verdadero campeón que sabe que la oportunidad que tenía este año va a ser difícil de repetir. Esas lágrimas que caían por sus mejillas hundidas por el paso de los kms y esfuerzos acumulados en esta semana de Tour de Francia. Nadie podía consolarle, ni sus compañeros de equipo, ni su director, ni sus más fieles y amigos mecánicos. Seguro que en su cabeza resonaban muchas preguntas, todas sin respuestas. Lo ha intentado pero no ha podido ser. El infortunio estaba esperándole en una curva mojada por la lluvia en la primera gran etapa de alta montaña de este Tour de Francia.

"No son los golpes ni las caídas las que hacen fracasar al hombre; sino su falta de voluntad para levantarse y seguir adelante".

¡¡ ANIMO ALBERTO !!

No hay comentarios