Pirineos on Tour. El resumen

Mis pequeños trofeos

Ya concluyó mi aventura. Ya estoy de vuelta al hogar sano y salvo. Se acaban las vacaciones y vuelta a la rutina pero con un muy buen sabor de boca de lo que ha sido un viaje inolvidable donde he podido vivir muchas cosas, ver y conocer lugares fantásticos....en fin, todo lo bueno se acaba.

Seguramente dentro de algunos años recuerde este viaje al detalle porque sin duda ha sido uno de los mejores viajes que he hecho y además el primero que he ido solo con todo lo que conlleva eso, pero al final ha salido todo genial.

Al llegar a casa y deshacer la maleta he visto mis pequeños trofeos. Son recuerdos que he comprado en Francia de cada uno de los puertos que he logrado subir. Me faltan el del Col du Abisque y Troumouse que espero conseguir pronto por ebay :). Ya están colocaditos en mi mueble del salón a modo de trofeo y sobre todo a modo de recordatorio de todo lo que viví en ellos.

El primer día subí Luz Ardiden y me encontré genial de piernas. Si bien yo creo que era el puerto más "fácil" de todos lo cogí con muchas energías y ganas y lo subí realmente bien a pesar de hacerlo con lluvia, frío y lluvia desde el comienzo. Las condiciones meteorológica no fueron las mejores pero sin embargo recuerdo el puerto como bastante bonito y me gusto bastante. Era el primero y tenía fuerza en las piernas, eso debió influir jeje.

El segundo día vi que hacía buen tiempo por Luz St. Sauveur y decidí no esperar más para subir el mítico Col du Tourmalet...madre mía!!! ¡Qué puertaco! Tremendamente largo y duro, se me hizo eterno. Pasé del intenso calor en los comienzos y tremendo frío y algo de nieve en la cima. Es increíble como puede cambiar la meteorología en apenas unos cientos de metros de altura. Tras subirlo me dejó realmente tocado físicamente ya que fue un punto de inflexión, a partir de ese día y no tuve esa frescura en las piernas como para cambiar el ritmo y esas cosas, normal por otra parte :) Pero también fue un punto de inflexión en cuanto a lo emocional porque había logrado uno de mis sueños de niño. ¡¡¡Había subido el TOURMALET!!!

El tercer día supongo que pagué en cierto modo mi hazaña del Tourmalet y subí a Troumouse donde me hizo realmente calor y encontré fatiga en casi toda la ascensión pero poco a poco fui encontrando un ritmo y cadencia en mis piernas que me acompaño a la postre en todo el resto del viaje. Había perdido frescura y capacidad de cambiar el ritmo en mis piernas pero sin embargo había encontrar la cadencia y ritmo perfecto para subir más o menos dignamente todos los puertos que me quedaban. Troumouse fue uno de los puertos más bonitos que vi. Realmente precioso todo, tanto la carretera como las vistas.

El cuarto día me encontré a tope y decidí hacer un dos por uno, el Col du Soulor y luego el Aubisque. Fue un día parecido al del Tourmalet, buen tiempo en el inicio y cada vez peor hasta que en la cima del Aubisque una niebla realmente intensa que evitó ver mejores paisajes pero así lo hacía más mítico aun. De este día me quedo con la carretera del Aubisque y con la hazaña, impensable hace tiempo, de coronar otro mito, el Aubisque.

El quinto y último día fue sin duda el peor. Sabía cuando comencé a subir Hautacam que tenía las piernas muy justitas y que iba en reserva y se me hizo realmente muy muy duro. Pero al final me quedó con que ninguno de los puertos subidos han sido mucho para mi y que he logrado subirlos todos, algo que no estaba bien seguro cuando planifiqué el viaje hace ya varios meses.

En fin, del viaje me quedó con muchas cosas, los paisajes, los ciclistas dando ánimos y con su buen rollo habitual a pesar de ser de cualquier nacionalidad, el tremendo respeto que tienen en Francia por los ciclistas en la carretera, lo bien cuidado que tienen allí las carreteras, etc.